El Muro de Berlín es una mancha indeleble en la historia europea. Hasta el día 9 de noviembre de 1989 aún convivíamos con esa vergüenza, en términos históricos, hace muy poco tiempo.
Para muchas personas, hoy en día, el Muro de Berlín es otro punto turístico de interés; no obstante, lo que nunca deberíamos olvidar es que muchas personas perdieron la vida sin motivo, por querer ser libres.
La
construcción del Muro de Berlín (1961)
De 1951
a 1958 la República Democrática Alemana había sufrido una verdadera hemorragia
demográfica: más de dos millones de alemanes orientales había huido hacia
la República Federal. Las diferencias de nivel de vida y de libertades
provocaban este éxodo de población.
La
segunda crisis de Berlín se inició en 1958. Para detener la salida de
población, Kruschev lanzó un ultimátum a las potencias
occidentales: les daba seis meses para aceptar que Berlín-Oeste se convirtiera
en una ciudad libre, fuera de su control; en caso de negativa, Moscú daría a la
RDA plena soberanía sobre el Berlín-Este y los accesos a la ciudad.
Tras
momentos de fuerte tensión, la amenaza no se llegó a materializar. Hubo que
esperar tres años para que el 13 de agosto de 1961, ante los ojos
atónitos de los berlineses se iniciara la construcción de un muro infranqueable que rodearía todo el Berlín
occidental. Se ponía así fin al éxodo de alemanes orientales. Lo que se
denominó en Occidente, el "muro de la vergüenza" se convirtió en el
gran símbolo de la guerra fría.
Paradójicamente,
el muro del Berlín sirvió para estabilizar la situación en la
RDA, calmando las inquietudes soviéticas y suprimiendo uno de los mayores focos
de tensión de la guerra fría.
Fuente, construcción del Muro de Berlín:
historias siglo XX
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